Mi libro de la Buena Memoria...

Jugando en un carrusel que no avanza, giras y giras sin parar, la gente, el tiempo, todo pasa, nada trasciende, todo es atrás. Y vas siempre dejando heridos, vas pateando cuerpos al girar, los ves siniestramente hundirse, pero en tu egoísmo no reparas su pesar. Niño de luna, niño granada, de juegos, escondites  y palabras. Niño de noche, niño de trampas, de golpes, mentiras y jugadas. La soledad es tu sino, la tristeza es tu mirada, te vas siempre quedando solo, mas eso siempre te calza. Vas montado al carrusel, sin advertir que no avanzas.

El laberinto de mentiras que construiste para mi, nos paseaba de la mano como salvajes, sin advertir consecuencias. Y más tarde que temprano l as partes reales de ti me enseñaron que el engaño no tiene morada justa: todo lo aprieta y lo destruye a su justo convenir.

Entre el miedo y el placer me voy moviendo, percibo la primera mirada sostenida y mis ganas de saltar y devorarte se van haciendo mas cercanas todavía. Entre tu y yo ya no queda espacio, como un gato me he pegado a ti, tu levantas armamentos de soldado y mis manos reconocen tu miedo. Y así despacio vamos moviendo el suelo, la vida y el camino. Por el suave laberinto de la espuma que envenena el aire que respiramos. Aquel día libamos néctar de la vida como dos abejas inexpertas. Las risas nos desbordan la apatía; vamos sin duda a dejar la puerta abierta. Mis labios se baten a duelo con los tuyos, y entre puertas derrumbadas, entre armaduras desmontadas, reconozco el fondo de tu mirada.