Mi libro de la Buena Memoria...

Te veo me arrasas te hablo con las pupilas mis palabras mudas se quedan guardadas entre los labios de tu abrazo y este fuego que consume derrite todos los caminos conocidos intuyo y me expando certeza de saber que teniendo nada tengo todo me recibes te entrego de mi el agua que soy bebes a sorbos gigantes vuelos planeos aves solitarias nido y hogar de blancas palomas suicidio en mi piel tus manos escampan mis poros por ellos mana sudor y fuego cafetales enteros todo a la vez arrastra golondrinas negras fondos de barco  océanos eternos.

La soledad que daña y envenena habita por  propia  voluntad personal, dentro de quien decida seguir ese camino. Pero hay una soledad brillante y seductora: aquel jardín secreto que guardo, aquel jardín donde me entrego a reposar entera, desnuda y eterna.