La herida
Los demonios la acechan.
La herida aún abierta.
Aprendió a vivir con ella.
En ocasiones es silencio,
En ocasiones es bramido
Calla y grita como hueso partido.
La herida dulce que quema
se encarga de mantenerla en vigilia,
clava en ella espinas de daño propio
Riéndose en su cara.
Luego se calla y la acoge,
Le extiende sus cálidos brazos,
La atrapa en su culpa.
No pasa desapercibida
No pasa desapercibida
y a medida que el tiempo pasa juega en su contra,
se acomoda plácida,
Recordándole el error, el daño.
El momento tenía que llegar,
El momento tenía que llegar,
tenia que abrir los postigos de su propia vida.
Verse desnuda,
verse vacía,
vacía de él, de su amor, de su vida,
de si misma y de sus sueños.
Su alimento ya no es suyo,
Su alimento es el rencor.
Alimenta la herida con gotas de rencor vestido de indiferencia.
Enjuga sus años con la brisa del olvido.
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